Joaquín Garcés (22) se prepara para iniciar la experiencia de voluntariado misionero internacional en Brasil. Con una profunda convicción y gratitud por la formación recibida, él asume este nuevo desafío como una oportunidad para servir, compartir su fe y acompañar a otros jóvenes.
Su historia dentro del carisma salesiano empezó hace siete años, cuando junto a su familia llegó desde Bolivia a Ecuador. Fue en el Colegio María Auxiliadora de las FMA de Quito donde descubrió la alegría, cercanía y espíritu fraterno que lo cautivaron y lo llevaron a vincularse activamente en el oratorio, grupos juveniles, misiones y, posteriormente, en la Pastoral Universitaria de la UPS.
Tras graduarse como licenciado en Ciencias de la Educación de la UPS, Joaquín ha visto cómo su formación académica y su vocación de servicio se entrelazan, especialmente a través de experiencias como el comedor solidario de la Parroquia María Auxiliadora de El Girón y las colonias vacacionales. Ahora, se dispone a llevar esa alegría y entrega más allá de fronteras.
¿Qué te motivó a decir sí a la experiencia del voluntariado misionero internacional?
Siempre estuvo en mí el deseo de hacer el voluntariado. Yo tenía ese deseo de vivir una experiencia en otro lugar, conocer otras realidades y, sobre todo, de servir y ayudar. Después de terminar el colegio, al conversar con mi familia, vimos que el voluntariado nacional sería complicado por la pandemia. Entonces pensé: tal vez no es ahora, pero será pronto. Y ahora llegó el momento del voluntariado internacional, en un contexto diferente y con un desafío mayor.
¿Cómo has sentido que Dios te ha llamado a esta vocación de servicio?
Creo que Dios me ha llamado a través de las personas. Me he sentido muy acompañado y sostenido por hermanas religiosas y sacerdotes salesianos, quienes han estado atentos a mi vocación y mis ganas de servir. Para mí, esa presencia es la forma en la que Dios me cuida y me muestra el camino: invitarme a lanzarme a esta misión.
¿Cuál crees que será tu mayor reto durante el voluntariado internacional?
La distancia con mi familia. Siempre he sido muy cercano a ellos y estos meses ya dejaron huellas. Sé que un año será difícil, para mí y para ellos. Pero, también lo veo como una oportunidad para crecer en autonomía y madurez personal.
¿Qué dones pondrás al servicio de esta misión?
Lo que puedo entregar es el ánimo y alegría que a mí me engancharon cuando era destinatario. Ahora, como voluntario, es lo que quiero transmitir y entregarles a los jóvenes. En la comunidad a la que Dios me envíe en Brasil, quiero dejar amistad, cercanía y el mensaje de que la santidad se vive estando siempre alegres.
¿Qué valor del carisma salesiano quisieras vivir con los jóvenes?
La escucha. Hoy en día no estamos acostumbrados a escucharnos verdaderamente. Si puedo dedicar tiempo para escuchar, para estar disponible, creo que estaré viviendo un valor esencial del carisma salesiano.
¿Por qué es importante la escucha hoy para los jóvenes?
Muchos jóvenes no se sienten escuchados en la actualidad y eso se puede notar en el descontento que expresan muchos de ellos. Y escuchar es clave porque es una forma de hacer sentir a alguien querido, acompañado y comprendido.
Actualmente realizas tu voluntariado nacional en Wasakentsa. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
Fueron dos meses muy intensos y profundos. Allí el tiempo y las relaciones se viven de manera diferente, y eso me marcó profundamente. Aunque fue un tiempo corto, me voy muy enriquecido y con ganas de volver. Wasakentsa es una comunidad viva, con mucho trabajo y misión, donde realmente se puede aportar.
¿Qué aprendizajes te dejó esta experiencia?
Aprendí que el trabajo y la oración van unidos. No se trata solo de hacer cosas, sino de ofrecerlas a Dios y vivirlas espiritualmente. Aunque ya había tenido experiencias pastorales, nunca había vivido en una comunidad religiosa, y estos meses me enseñaron mucho sobre la vida comunitaria.
Un mensaje para que más jóvenes se animen a vivir la experiencia de voluntariado…
La vida es demasiado corta como para no dedicarse a hacer el bien. Esa inquietud por servir no debe ignorarse. Y la mejor forma de alimentarla es acercarse a quienes ya lo viven. Entonces, les diría que antes de lanzarse a la experiencia del voluntariado, se acerquen a comunidades, a salesianos, salesianas, a grupos misioneros. Creo que el testimonio de quienes ya están haciendo esta misión de servicio, puede contagiar y fortalecer esta vocación.

Cristian Calderón
Oficina Salesiana de Comunicación




