L. José Mejía (+): “María ha sido mi guía”

La llamada de Jesús a sus apóstoles es el vivo reflejo del camino que emprendió el Salesiano Coadjutor José Mejía, hace 60 años, al servicio de la comunidad y de los jóvenes.

José Mejía, más conocido como “Pepito”, nace un 8 de marzo de 1935 en Cuenca. Su núcleo familiar lo conformaban 8 hermanos en ambiente humilde y muy creyente.

Su niñez se vio envuelta por el carisma salesiano. Desde muy pequeño asistió al Oratorio festivo los domingos en la Quinta Salesiana Yanuncay, ahora Colegio Técnico Don Bosco. Cree firmemente que la Auxiliadora lo ha acompañado en su vocación.

Cuatro son los pilares de un oratorio, pero el que forjó su camino como Salesiano Coadjutor fue el patio, lugar de sana convivencia junto con los clérigos y coadjutores de la época. Recuerda que un día se acercó Mons. Arroyo quien le propuso ser salesiano, preguntándole antes si quería ser salesiano “de sotana” o de “corbata”. “Pepito”, sin pensarlo dos veces, dio su ¡Sí!: “quiero ser un salesiano de corbata y contribuir al proyecto de Don Bosco”.

En 1947, a sus doce años y faltando muy poco para culminar la primaria en el Colegio Cornelio Merchán de Cuenca, tuvo una visita inesperada del P. Antonio Guerriero. Le pide que se acerque un día viernes con su mamá para conversar acerca de su vocación. Es así que un 30 de julio de 1949 ingresa al Aspirantado en Cuenca. Realiza su noviciado en Paute, Uzhupud. Profundizadas las Constituciones, y movido por el Sistema Preventivo y por la compañía de la Auxiliadora, realiza su primera profesión el 16 de agosto de 1954. En el año1960 en Cuenca, hace su profesión perpetua como Salesiano Coadjutor. Se especializa en Ciencias Agronómicas.

La cercanía y alegría con los jóvenes, la pedagogía salesiana en la educación y en la evangelización, la técnica en el trabajo, movieron a “Pepito” a optar por la vida de Salesiano Coadjutor.

Esto lo reflejó en su arduo caminar en las misiones de la región oriental. Su primera obediencia lo llevó a Sucúa, a donde recuerda haber llegado de terno y corbata en medio de una torrencial lluvia. Allí permaneció tres años. También, acompañó en la misión de Limón donde trabajó junto con el P. Martín Fernández y P. Luis Carollo.

Su vida como misionero coadjutor abarcó los 18 mejores años de su vida, trabajando en las comunidades de Méndez – Cuchantza, Yaupi y Sevilla. Uno de sus mayores retos fue aprender el idioma shuar y entregarse diariamente en el trabajo agrícola para que nos faltara los alimentos.

Dentro de sus obediencias se encuentra la comunidad de Riobamba donde su trabajo se visibilizó junto con los jóvenes: permanece ahí un año y luego fue trasladado a Guayaquil, al internado Santistevan con 90 internos.

Veinte años en la Comunidad de Manta y regresa a su querida Riobamba por catorce años, donde su trabajo fue directamente en el colegio, acompañando y evangelizando a los preferidos de Don Bosco desde el departamento de Pastoral. Ya en el 2014 su obediencia lo llevó al Prenoviciado en Quito y luego a la Comunidad de la Kennedy.

La labor de un coadjutor es rica en acompañamiento, cercanía y trabajo constante con la juventud. Es por ello, que “Pepito” alienta a los jóvenes a sentir el llamado de nuestro Padre Dios y dar un ¡Sí! generoso a la vocación de servicio y amor al prójimo, así como lo hizo alguna vez Don Bosco.

Agradece a Dios por su vocación de salesiano consagrado, a María Auxiliadora por guiar su camino y a Don Bosco por tan hermoso proyecto de vida que tiene en servicio de los jóvenes.

Archivo Histórico Salesiano 

Fecha: 2024-03-08

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