Un poco de historia

Era el verano de 1991 cuando viajé a Italia para visitar a mis padres, precisamente en julio, cuando en Europa los días son muy largos y las noches cortas. Pasé un mes con ellos, necesitaba descansar y ordenar un poco mis ideas. La experiencia muy corta de Quito como director de la Escuela de Filosofía y Pedagogía de El Girón entre 1988-1989, con las relaciones bastante complejas y tirantes con la Universidad Católica de Quito. La llegada a Cuenca el 31 de julio de 1989, enfrentando junto con el padre Guillermo Mensi la crisis que estaba viviendo el Tecnológico (tenía que buscar una universidad que lo cobijara) y, gracias a la Universidad de Cuenca y, de manera particular, a su rector Dr. Teodoro Coello, fuimos acogidos por la Facultad de Ingenierías. Todo esto me tenía inquieto y preocupado.

En ese julio, junto a mis padres y a orillas del mar Adriático, cerca de Rímini, tuve mi «Sueño de una noche de verano», nada de parecido a la novela de Shakespeare (1595) y puesta en música por Félix Mendelssohn (entre 1826 y 1842). Novela que dibuja un mundo de fantasía, entre bosques, hadas, paisajes bucólicos y aventuras de amor, y que culmina con la famosa «marcha nupcial», conocida por todos.

Así nace la Universidad Politécnica Salesiana, entre fantasías, ilusiones, pasiones e historias de amor por la educación y los jóvenes, entre la conciencia y la inconsciencia, entre temores y esperanzas, caminando hacia lo desconocido. Nunca pasó por mi mente lo que esto hubiera desencadenado, pensando ahora en lo que hice, tendría un solo apelativo, fui inconsciente, pero una inconsciencia de la que hoy doy gracias a Dios. O felix culpa, una culpa que mereció la pena porque permitió a la Congregación Salesiana en el Ecuador extender su campo de acción a los jóvenes universitarios y no solo de la ciudad, sino de las zonas más remotas de la patria.

La Universidad no es solo el fruto de un sueño, sino un gran tejido que recoge el trabajo de tantos hermanos salesianos y seglares que dieron vida a la Inspectoría antes que nosotros. La Universidad no es mi sueño, es un sueño que se fue construyendo con muchos años de trabajo, quizás lo que hice fue simplemente recoger los hilos sueltos para dar forma a esta nueva obra que empezaba a hacerse realidad.

Dos largos años de preparación del documento, mientras tanto se adelantaban seminarios de capacitación para los futuros docentes, empezando, por primera vez, a manejar los términos de la planificación: macro-meso-microcurricular. El 8 de diciembre de 1993, fiesta de la Inmaculada, algo muy significativo para nosotros salesianos, se entregó el proyecto al Congreso y al CONUEP. La coyuntura era muy favorable para la creación, el proyecto lo apadrinó el diputado del Azuay, Ing. Patricio Matute, exalumno del Colegio Técnico. El Dr. Heinz Moeller, como presidente del Congreso, tomó a pecho la creación de la Universidad, puesto que él también era exalumno del Cristóbal Colón de Guayaquil. Casi la mitad de los congresistas eran exalumnos de algún colegio nuestro. Estaba en la Presidencia de la República el Arq. Sixto Durán Ballén, aunque él no fue nuestro alumno, sin embargo, tenía relación porque sus hijos estudiaban en el Colegio Cardenal Spellman de Quito.

La Inspectoría Salesiana, presidida por el P. Luis Sánchez Armijos, conocía el proyecto, aunque de forma vaga. La otra coyuntura favorable fue mi presencia en el mismo Consejo Inspectorial. En varias oportunidades informaba someramente los pasos que se iban dando, pero ahora confieso públicamente que no siempre dije todo lo que tenía que decir para evitar temores frente a la creación de la Universidad. Estas piadosas omisiones tenían la finalidad de captar la voluntad de los consejeros que inicialmente no estaban a favor de la creación, aduciendo que no lo veían como un proyecto que respondiera al carisma salesiano, pero al momento de la votación decisiva todos votaron positivamente. La frase más común del P. Inspector era: «Si es voluntad de Dios irá adelante, caso contrario morirá en el intento».

Nacía la Universidad Politécnica Salesiana con la aprobación del Congreso después del debate de segunda instancia y con la publicación en el Registro Oficial del Ecuador, firmado por el presidente Durán Ballén el 5 de agosto de 1994. Como sede matriz Cuenca, donde residiría el Rectorado y como extensión Quito. Tres fueron las facultades: Ingeniería Eléctrica y Mecánica en Cuenca, Ingeniería Agropecuaria en Uzhupud y Ciencias de la Educación en Quito. La extensión de Guayaquil surgiría tres años después.

El principal impulsor de Quito fue indudablemente el P. Juan Bottasso, que, con entusiasmo y siempre renovadas iniciativas, la hizo crecer de una manera vertiginosa, abriéndose también un campus en el sur de la ciudad y posteriormente en la Kennedy en el norte.

En Guayaquil, impulsó la creación de la extensión el P. Bolívar Jaramillo, pero su primer prorrector fue el P. Jorge Ugalde. Su principal expansión se logra al conseguir espacios propios. Esta tiene que ser agradecida de manera particular con los colegios Domingo Comín y Cristóbal Colón, sin la prestación de aulas de estas dos obras salesianas, la Universidad no hubiera podido cristalizarse.

El primer staff del rectorado contaba con catorce miembros, que conmigo tuvimos que hacer frente a las primeras dificultades que iban surgiendo. Quiero destacar el nombre del Ing. Julio César Verdugo que, como primer vicerrector y con su experiencia previa en la Universidad de Cuenca, fue un gran apoyo en la conducción de la UPS.

No me corresponde hacer una lectura de la realidad actual de la Universidad, pero desde esos inicios de 1994 con 800 estudiantes entre Quito y Cuenca, a los casi 25 000 actuales al cumplirse los 30 años de su creación, me parece que estos números hablan por sí solos, de alguna manera, manifiestan el aprecio que tiene la propuesta universitaria salesiana.

Padre Luciano Bellini
Primer rector de la UPS

Fuente: Boletín Salesiano 445

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