Mons. Alfredo Espinoza, sdb: «No dejen de ser esa Inspectoría que abre caminos»

Una visita especial recibió el Capítulo Inspectorial en la jornada previa a su finalización. Mons. Alfredo Espinoza, Arzobispo de Quito y Primado del Ecuador, compartió un saludo a la Asamblea Capitular donde los motivó a que no dejen de ser esa Inspectoría que abre caminos, que asume desafíos teniendo siempre el espíritu de Cristo en el corazón.

Luego, celebró la eucaristía en compañía del P. Diego Clavijo y el P. Mario Ramos. Antes de iniciar su homilía, agradeció al P. Marcelo Farfán, inspector, por invitarlo a compartir este momento y mencionó la siguiente frase: «Soy salesiano y siempre lo seré».

A continuación, el mensaje completo de su homilía:

Con mucha alegría celebro hoy con ustedes queridos hermanos salesianos y queridos miembros de la Familia Salesiana en el marco del Capítulo Inspectorial que siempre constituye un desafío de presente y de futuro.

Como señalan nuestras Constituciones Salesianas en el artículo 170, «El Capítulo Inspectorial es la reunión fraterna donde las comunidades locales refuerzan su sentido de pertenencia a la comunidad inspectorial, mediante la solicitud común por los problemas generales».

Al convocar al Capítulo Inspectorial, el Inspector afirmó con voz profética que, «…un Capítulo Inspectorial es un «Kairós» para una Inspectoría, es decir, un tiempo oportuno para dejar que el Espíritu habite en nosotros. Para ello, es esencial ponernos en actitud orante que nos ayude a madurar en una lectura de fe del camino que queremos hacer como Inspectoría y como Congregación».

Y uno estas palabras a la Palabra de Dios que hemos proclamado en este día. Es el tiempo del Espíritu, estos días son ese tiempo del Espíritu que fortalecerá la vida de cada uno de los salesianos y laicos de la Familia Salesiana y que los impulsará, al igual que a los apóstoles, a salir y dar testimonio de lo que Dios quiere para la Iglesia y para nuestra Congregación. 

Hemos visto que, impulsados por el Espíritu Santo, los apóstoles dan testimonio de Jesús ante las autoridades judías. No tienen miedo, ya han dejado de estar «encerrados por miedo a los judíos». La Pascua no es solo para ellos un acontecimiento espectacular que les manifiesta que Cristo está vivo y que ha vencido definitivamente la muerte. El acontecimiento de Pentecostés les manifiesta que Jesús no solo está de nuevo con ellos, sino también en ellos, en lo más profundo de su corazón. 

La experiencia de Dios hace que nuestra fe sea viva y actuante y que, a pesar de las dudas y miedos, podamos percibir una certeza profunda que da valor y sentido a nuestras decisiones incluso cuando estas constituyan un riesgo vital. Los apóstoles ciertamente tenían miedo. Pero había algo y, sobre todo, Alguien, más fuerte que ellos mismos que los animaba e impulsaba a salir y a dar testimonio y a afirmar a las autoridades judías que «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres».

¿Qué les impulsa a ustedes, queridos capitulares? ¿Qué impulsó a nuestro padre Don Bosco para mirar a los jóvenes con los ojos de Dios, como dijo Francisco? ¿Está Cristo resucitado en el corazón de ustedes? ¿Tienen esa pasión por Cristo en sus corazones de consagrados y de laicos comprometidos con un Carisma en la Iglesia?

Solamente si tienen a Cristo Resucitado en sus corazones y esa presencia los mueve a actuar, a salir, a evangelizar, a construir el Reino con el «tinte salesiano» y a ser profetas hoy, como lo fue Don Bosco ayer, para los jóvenes más pobres y abandonados, podremos entender la convocatoria al Capítulo General que nos ha hecho nuestro querido Cardenal Ángel Fernández, sdb, Rector Mayor de la Congregación.

El tema del Capítulo General es claro y desafiante: «Apasionados por Jesucristo, dedicados a los jóvenes». Es un llamado claro a todos a trabajar juntos, salesianos, Familia Salesiana y laicos, «con» y «para» los jóvenes, con un corazón apasionado, por Cristo, con el corazón paterno de Don Bosco. Es un llamado a una «Vivencia fiel y profética de nuestra vocación salesiana». Es un llamado a la animación y cuidado de la verdadera vida de cada salesiano.

No hay que tener miedo, como no lo tuvieron los apóstoles. Desde la fuerza del Resucitado presente en su vida y en sus corazones, hagan esa «valiente revisión y planificación del Gobierno de la Congregación a todos los niveles». A esa valentía llama el Rector Mayor cuando en la convocatoria al Capítulo General afirmaba: «Existe el deseo y la expectativa de un Capítulo General valiente, en el que se aborden las cosas; no queremos perdernos en frases que pueden sonar bien, pero que no tocan la vida».

Toquen la vida, toquen las llagas de la Inspectoría y de los jóvenes, toquen la realidad y vean con visión de futuro, con los ojos de Dios, decidan con valentía caminos a recorrer. Seamos «portadores de vida» como nos dice Juan en su evangelio y para ello, debemos creer que el Hijo posee la vida eterna pues el que no cree en Él, no verá la vida. Tengamos la plenitud del Espíritu para ser portadores de esa vida porque el Hijo Resucitado, su amor de Resucitado, está con nosotros y en nosotros y podremos salir a trabajar con corazón apasionado por los jóvenes.

Hemos renovado como país la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús. Nuestra Inspectoría lleva ese nombre. Ello, creo yo, es un gran desafío ahora que se nos pide ser «apasionados por Cristo». El Papa Francisco nos dice que, «El Corazón de Cristo es un corazón apasionado, herido de amor, desgarrado por nosotros en la cruz. En la ternura y en el dolor, ese Corazón revela cuál es la pasión de Dios: el hombre». Y para nosotros, «los jóvenes».

Les invito, como Don Bosco, a seguir soñando, no se cansen nunca de soñar como lo hizo nuestro Padre. Y desde ese ser «soñadores», métanse en el Corazón de Jesús y con la fuerza de ese Corazón, salgan a inclinarse, a agacharse, para servir y dar la vida por los jóvenes. ASÍ SEA.

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