Card. Ángel Fernández Artime, sdb: La invitación de Francisco a despertar al mundo
Durante la octava Misa de los Novendiales en sufragio del Papa, celebrada el 3 de mayo en la Basílica de San Pedro, el Cardenal Ángel Fernández Artime, ex proprefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, pronunció una homilía centrada en la necesidad urgente de redescubrir y vivir la fe a través de un «programa de vida» inspirado en el testimonio de los apóstoles. A partir del relato evangélico de la aparición de Cristo resucitado a los discípulos, el Cardenal subrayó que el asombro pascual debe superar el desconcierto inicial, y transformarse en una fuente de entusiasmo, testimonio y acción misionera, especialmente entre quienes abrazan la vida consagrada.
El Cardenal Ángel Fernández Artime recordó que la fe auténtica surge de un encuentro profundo con el Señor Resucitado, tal como lo vivieron los primeros discípulos, y que hoy más que nunca hombres y mujeres necesitan esa experiencia transformadora. Llamó a los bautizados, y en especial a los consagrados, a testimoniar con alegría, valentía y coherencia la presencia de Cristo en un mundo donde muchas veces se experimenta la ausencia de Dios. El Cardenal destacó también la importancia de la oración por los difuntos como una expresión del amor que trasciende la muerte, evocando palabras de san Alfonso María de Ligorio y san Juan María Vianney.
La ceremonia también contó con el emotivo testimonio de la hermana Mary T. Barron, presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales, quien agradeció al Papa Francisco por su cercanía, su actitud humilde y su reconocimiento hacia las mujeres consagradas. En nombre de ellas, lo describió como un pastor compasivo, que supo acoger la fragilidad como camino de gracia, y valoró su invitación a servir con humildad, como Cristo lavando los pies de sus discípulos. Barron prometió continuar la misión del Papa, «encendiendo otros fuegos» desde la vida consagrada.
A su vez, el P. Mario Zanotti, secretario de la Unión de Superiores Generales, ofreció sus condolencias y destacó el legado del Papa Francisco, a quien definió como un Pontífice profundamente humano, capaz de «sacudir» certezas acomodadas y señalar el camino del Evangelio con valentía. Subrayó su firme defensa de la pobreza evangélica como signo profético frente al poder y la riqueza.
El Cardenal Fernández Artime, retomando el ejemplo de los apóstoles, insistió en que la alegría pascual debe impregnar la vida cristiana, aún en medio de dificultades, cansancio o aparente fracaso. Recordó que Cristo se hace presente justamente en esos momentos y transforma el desaliento en impulso renovado. La experiencia de los discípulos —que pasó del miedo a la convicción plena— debe ser guía y modelo para los cristianos actuales, llamados a vivir con radicalidad la fe en un contexto cultural marcado por la indiferencia o el olvido de Dios.
Citó también al Papa san Juan Pablo II y al Papa Benedicto XVI, quienes subrayaron el carácter profético de la vida consagrada: una vida muchas veces vivida en contextos difíciles, pero entregada sin reservas al servicio de los últimos. Fernández Artime alentó a vivir este llamado con fidelidad, siguiendo el principio benedictino de «no anteponer nada al amor de Cristo».
Cerró su homilía recordando las palabras del Papa Francisco dirigidas a los religiosos durante el Año de la Vida Consagrada: el llamado a «despertar al mundo» desde la sencillez, la entrega y la capacidad de reconocer el rostro de Cristo en los más pobres y descartados. Finalmente, encomendó a María, Madre de la Iglesia, el deseo de ser hoy auténticos discípulos misioneros, testigos del Resucitado en una Iglesia viva que camina con esperanza bajo la guía del Espíritu Santo.
Fuente: Vatican News