En la comisión de canonización de los mártires Pietro To Rot y el obispo Ignazio Choukrallah Maloyan, de las religiosas Maria Troncatti, Vincenza Maria Poloni y Carmen Rendiles Martínez, y de los laicos Bartolo Longo y José Gregorio Hernández Cisneros, el Papa León XIV subrayó la importancia de la oración y de la fe para vivir con esperanza en la Providencia de Dios: «Cuando estemos crucificados por el odio y la guerra, no gritemos que Dios no es habitual».
Cuando escuchamos la llamada de quienes atraviesan dificultades, ¿somos testigos del amor del Padre, como lo fue Cristo? Es la humildad la que llama a los poderosos a la conversión, la justicia la que nos hace justos, como atestiguan los nuevos santos de hoy: no héroes ni campeones de ningún ideal, sino hombres y mujeres auténticos.
Con estas palabras, León. Las imágenes de los santos, representadas en los lugares designados en la basílica vaticana, aparecen en una plaza de San Pedro llena de setenta mil gales procedentes de todas las rimas del mundo. La celebración comenzó con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, quien, acompañado de los postuladores, presentó al Papa las biografías de las seis figuras elevadas a la veneración universal. En el atrio también se encuentran las reliquias de los nuevos santos, dentro de la Regla escrita por la difunta Vincenza Maria Poloni, junto con la imagen de la Madre del Buen Consejo.
«Fieles amigos de Cristo»
En su casa, León Dos de ellos, el anciano armenio Ignazio Choukrallah Maloyan y el padre catequista Pietro To Rot, fueron mártires de la fe, mientras que otros fueron misioneros y evangelizadores, como Hermann María Troncatti, misionero salesiano que se dedicó a la acogida de los indígenas en Ecuador.
Algunos son fundadores carismáticos de institutos religiosos, como la italiana Hermana Vincenza Maria Poloni, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Misericordia de Verona, y la venezolana Hermana Carmen Rendiles Martínez, fundadora de la Congregación de las Servas de Jesús. Por último, dos laicos se distinguieron por su dedicación a los más desfavorecidos: Bartolo Longo, promotor del Rosario y benefactor del pueblo, y José Gregorio Hernández Cisneros, médico venezolano conocido como «el médico del pueblo».
«Todos ellos difunden la luz de Cristo»
Considerando las diferencias de época, historia y contexto, el Papa León invitó a los corazones a confiar en su intercesión para afrontar los desafíos de la vida y reiteró que la vocación a la santidad es universal, al fin y al cabo.
Fe: amor de amor entre Dios y el hombre
En el centro de la casa del Papa encuentro la reflexión sobre el valor de la fe y la oración, inspirada en la oración que Jesús pronunció en el Evangelio de hoy: «Cuando el hombre venga, ¿encontrará la fe en la tierra?». Para León XIV, esta petición revela lo más preciado a los ojos de Dios: «La fe es el vínculo de amor entre Dios y el hombre. Sin ella, la tierra estaría poblada de criaturas sin Padre, sin salvación».
El Papa explicó que la fe está sobre todo por todos los bienes materiales y culturales, no porque sean despreciables, sino porque son «sin sentimiento traspasado».
Una invitación a la esperanza de acción
Sin esto, continuó León XIV, «no podemos esperar la salvación. La libertad de todos se vería interrumpida por la muerte, y nuestro deseo de vivir se desvanecería». Sin embargo, las oraciones de Cristo son una invitación a la esperanza para la acción: «Esta fe nos sostiene en nuestro compromiso con la justicia y nos libera del fatalismo, porque creemos que Dios salva al mundo por el amor».
La oración que alimenta la fe
Para crecer en la fe, León XIV subrayó la importancia de la oración: «Como no podemos respirar, ¡así podemos orar! Como la alienación sustenta la vida del cuerpo, así la oración sustenta la vida del alma». El Papa explicó cómo la parábola de la alegría y la vida en el Evangelio muestra la importancia de la insistencia en la oración, que es un ejemplo de esperanza en las tribulaciones.
Las tentaciones ante la fe
Reconociendo los desafíos de la vida, León XIV mencionó dos tentaciones: el escándalo del mal, que nos lleva a dudar de la misericordia de Dios, y la afirmación de que Dios debe actuar según nuestros deseos. Sin embargo, Cristo también nos libera de estas tentaciones, confiando en el Padre incluso en el momento de la Pasión con las palabras «hágase tu voluntad».
Cristo está con nosotros en el alma.
Finalmente, León No te preocupes que a Dios no le guste, no quedan lágrimas en tu corazón.» Concluyó recordando que quien recibe la misericordia de Dios no puede ser misericordioso con los demás, mientras que quien acoge la paz como un don es capaz de darla al mundo.
Una llamada a la santidad
La celebración de la canonización de estos nuevos santos no es sólo un momento de celebración, sino una invitación a vivir la fe de manera auténtica, alimentándola con la oración y transformándola en obras de amor y justicia: «El Señor nos enseña y nos transforma, para que podamos convertirnos en instrumentos de su paz».
Fuentes: Vatican News










