Francisco Guilcapi: un joven que encontró en Don Bosco su modelo de santidad y servicio por los demás

A sus 18 años, Francisco Guilcapi, exestudiante de la Unidad Educativa Santo Tomás Apóstol de Riobamba, ha hecho del servicio su manera de vivir la fe. Desde pequeño colaboraba como monaguillo en la parroquia San Miguel de Tapi, inspirado por su familia, quien siempre lo motivó a servir a Dios. Su camino en los grupos asociativos, su experiencia como voluntario junto a la juventud achuar y su visión sobre el legado de Don Bosco son parte de este testimonio de vida.

¿En qué momento de tu vida conociste a Don Bosco y cómo se produjo ese primer encuentro?

En octavo de Básica entré al grupo de monaguillos y ahí conocí más sobre Don Bosco. Luego, me uní a otros grupos, como el de misiones, y fue algo muy significativo para mí. Recuerdo mucho mi primera misión en Machala, ahí sentí que debía dar algo más de mí, que Don Bosco esperaba algo más de mí.

¿Quién es Don Bosco para ti y qué cualidades destacas de él?

Para mí, Don Bosco siempre ha sido un gran modelo de santidad, servicio y humildad. Lo que más me gusta de él es su cercanía con los jóvenes. No trabajó con jóvenes «santitos», sino con aquellos que realmente lo necesitaban. Fue fundamental en su acompañamiento, aprendiendo a escuchar cada situación que ellos pasaban.

¿Cómo influyó la figura de Don Bosco en tu decisión de ser voluntario?

Su carisma me inspiró, porque se complementaba con la alegría y la pasión por servir, por dar una mano. Haber dicho «sí» para ser vida y esperanza me permitió aprender mucho de la cultura Achuar y vivir experiencias muy bonitas. Don Bosco influyó mucho en esta pasión por ayudar a quienes más lo necesitan.

¿Cómo plasmaste el legado de Don Bosco en tu voluntariado junto a la juventud achuar?

Siempre me gustó la cercanía, estar junto a los chicos en las actividades que disfrutaban. En mi tiempo de voluntariado compartí mis habilidades y me gané su confianza, especialmente a través del fútbol. Ellos trataban de verme como un guía.

Además, el testimonio de misioneros como el P. Luis Bolla y P. Domingo Bottasso fue muy importante para mí. Ellos me enseñaron lo importante de adaptarse a la cultura. Una frase que marcó mi voluntariado es que para conseguir la felicidad no se necesita una vida cómoda, sino un corazón enamorado.

Faltan pocos días para celebrar los 210 años del nacimiento de Don Bosco, ¿qué le regalarías por su cumpleaños?

Le regalaría mi disponibilidad para servir a los demás, transmitiendo alegría donde vaya. Siempre entregaré mi amor al estilo salesiano, con disposición para salir, dejar comodidades y preocuparme por el prójimo.

Con la experiencia del voluntariado aún fresca en el corazón, «Pancho» —como lo llaman sus amigos— se alista para iniciar su vida universitaria sin dejar de lado lo que más le apasiona: las misiones. «La itinerancia, el anhelo de explorar nuevos lugares y la alegría de compartir el amor de Dios han sido siempre mi mayor motivación», asegura con convicción.

Cristian Calderón
Oficina Salesiana de Comunicación

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